4/27/2005

Una más y nos vamos (4)

La situación pasó rápidamente. Víctor no tuvo tiempo de contestar ni de decir algo más, Javier y Cristina siguieron hablando de otras cosas, como si hubieran olvidado el tema. El Paco fue con Víctor y el preguntó que si iban por las chelas de una vez para irse acostumbrando; contestó que sí.
Beto y el Caimán acompañaron a Víctor por la bebida a la tienda, mientras los demás platicaban del partido y de la selección que jugaba el miércoles para la clasificación al mundial. Mientras Cristina y el Charal seguían absortos en su plática de viejos amigos que no se veían en mucho tiempo, cosa que era así. Los emisarios de la bebida regresaron rápidamente con un cartón de cerveza oscura y unos chicharrones tamaño familiar que pusieron en la pequeña mesa de centro de la sala. Uno a uno fueron tomando su bebida y la destaparon con las llaves, el encendedor y el Caimán con los dientes haciéndo lujo a su apodo. Cristina también tomó una cerveza que el Charal le invitó y se fue a sentar con Víctor. Escuchó un poco la plática sin hallarle demasiado sentido y entonces fue a la cocina a revisar el pollo que estaba haciendo para los tacos dorados que daría de comer a todos los amigos de su marido.
El cartón no duró demasiado. Beto, el Caimán y Paco fueron por otro. Así siguió la tarde entre chela y chela, celebrando la victoria del equipo y hablando de mil y un cosas. Cristina llegó a la sala con una charola de tacos dorados de pollo y la puso encima de la bolsa de chicharrones que para ese entoncs ya no tenía nada, regresó poco después con una casuela con guacamole y una bolsa de platos desechables. Fue por el queso y la crema y después se sentó junto a su esposo y todos comenzaron a comer.

4/25/2005

Una más y nos vamos (3)

El Charal y Cristina se conocían desde hace años, cuando eran chavitos ya que Cristina era ahijada de la mamá de Javier. Habían crecido juntos desde que él tenía memoria e incluso llegaron a andar en la secundaria, pero de eso ya tenía años.
Resulta que Cristina entró a la preparatoria mientras que el Charal se dedicó a ayudarle a su papá con el taller mecánico que tenían. Ahí fue donde Víctor entró en la escena. Víctor vivía en la colonia de ellos, pero siempre había sido un hijo de mamá que no lo dejaba salir a ningún lado sin ella. Esto duró hasta que él entró a la secundaria y conoció al Charal, que como dijimos por esos tiempos andaba con Cristina. Ahí, fue dejando de lado a su madre para empezar a revelarse de ella poco a poco como debería de ser. Javier le tiró onda casi de inmediato porque pese a ser un hijo de mamá, era bastante alivianado en otras cosas, además de que muchas de las chavas derrapaban por él, cosa que el Charal aprovechaba.
Así fue como empezaron una buena amistad; el papá de Javier, acostumbraba tener un equipo de fútbol en el que algunos amigos de él jugaban. Un día el padre de Javier, le sugirió a su hijo que organizara un equipo y que él los entrenaba; ahí comenzó el amor de Víctor por el fútbol.
Terminó la secundaría y como también decíamos, Cristina entro a la preparatoria, Víctor también entró en otra y el Charal a dedicarse alo coches. Aún a pesar de la escuela, Víctor no dejaba de asisitir cada ocho días al encuentro de su equipo con el rival.
Pasaron un par de años. Cristina dejó la prepa y comenzó a trabajar en un bazar vendiendo ropa; Víctor terminó la preparatoria con muchas trabas, pero entró a la UNAM a estudiar algo que no veía demasiado futuro en ese tiempo. Así pasó un tiempo más en lo que Víctor terminaba la carrera entre peda y peda, el fútbol y el festejo del partido.
Un día, dando una vuelta por un centro comercial, vio en un local a una chica que se le hizo demasiado conocida; se acercó a ella y la reconoció como Cristina. De ahí comenzaron a salir un poco hasta que terminaron andando formalmente. Cabe decir que la familia de Víctor siempre había tenido dinero (no por nada su padrino le dejo dinero para comprar una casa) así que a pesar de todo, él traía un coche y siempre podía invitar a Cristina a algún lado; después de acabar la carrera, Víctor encontró trabajo en una empresa y ganaba bien, podríamos decirlo, lo bastate para maneter a una esposa y a él, así que con esto decidido, le pidió matrimonio a Cristina. Se casaron y por única vez después de ocho años de ir puntualmente a los partidos, se ausentó en lo que duró su luna de miel.
Víctor le contó al Charal que andaba con Cristina, pero siempre que hablaba de ello con él, notaba que Javier se ponía de mal humor y cambiaba el tema; ellos no habían acabado bien. Así que no le dijo que se casó con ella y ahora ella le preguntaba si no se lo había dicho.

4/22/2005

Una más y nos vamos (2)

Víctor bajó del coche que acababa de estacionar frente a su casa. Era una casa bastante pequeña, pero que él mismo había comprado antes de casarse con un dinero que su padrino le había dejado al morir, ya que éste no tenía hijos y era viudo, así que decidió que Víctor lo tuviese; por su parte Vícotr hubiera desado más que su padrino le dejara la casa en la que él vivío, pero pues con el dinero compró su casa. El Charal bajó del coche junto con los demás gorrones que llegaban del coche del Paco y se dirigieron la puerta que abría Víctor haciendo la seña de que pasaran. Le grito a su mujer, que se llamaba Cristina por ese entonces y que meses después de divorciarse de Víctor se cambió el nombre a Lorena, pero se dió cuenta de que sí amaba a Víctor y regresó con él, pero eso no es parte de nuestro relato. Resulta que Cristina que estaba en la cocina salió amorosamente a recibir a su marido del cual estaba enamorada en esos momentos a fé ciega. Víctor le dijo que sus amigos estaban en la sala y que la quería presentar con ellos.
Pasaron a la sala donde estaban acomodados como pudieron todo el equipo de fútbol; unos en los sillones y otros que habían jalado unas sillas del pequeño comedorcito, otros en el piso. Cristina se acercó a ellos y reconoció de inmediato al Charal.
- ¿Javier? - le preguntó ella en cuanto lo vió más de cerca.
- ¿Cristina? - respondió él sin demasiada imaginación
- ¡Javier! ¡Eres tú!
- ¡Sí, soy yo! - contestó el Charal mientras abrazaba a Cristina - No me digas que te casaste con el Javier.
- ¿Qué no te dijo?

4/20/2005

Una más y nos vamos

Víctor acababa de salir del campo después del segundo tiempo feliz porque su equipo terminaba de ganar 2 - 0. Se bajó las medias y se desabrochó las espinilleras para sentirse más cómodo, se desfajó la playera y se acercó al Charal que también salía del campo después de recoger el balón que ellos habían traído, no fuera a pasar como quince días antes que se lo llevaron los del otro equipo y les dejaron el más culero.
- ¡No mames wey, que pinche baile les metimos!
- Sí wey - contestó el Charal - ¿Qué se va armar ahorita?
- ¿Pues vamos a celebrar la victoria, no? Vamos a mi casa por unas chelas
- ¡Sale! Deja le digo al Paco que se traiga su nave y en la tuya ya nos vamos unos y la mitad con el Paco.
- Orale, no te tardes wey para irnos rápido.
Víctor les avisó al Caimán, al Beto y a Miguel. Poco después, el Charal estaba de regreso con ellos.
-Ya wey, dicen que nos siguen.
- Vámonos entonces - contestó Víctor.
La casa de Víctor no quedaba lejos del campo, pero como casi siempre después de un partido salía algo para "celebrar" acostumbraba llevar el coche y así darles un raid a los demás. La semana pasada que habían perdido, el Charal fue el que invitó las cervezas para consolarse de la derrota, Víctor ese día prometió su casa para la siguiente semana. Le dijo a su mujer desde el miércoles que regreso del trabajo que el domingo iban sus "compas" después del partido, por lo que le encargó que comprara botana para los trece que seguramente irían, porque era raro que uno de ellos faltara. Victor arrancó al ver que el Paco estaba ya atrás de él esperando a que este les dijera donde, ya que desde que Víctor se casó, nadie había dio a su casa.

4/17/2005

Me esperan (4)

Tomó la maleta y le agradeció de nueva cuenta a Gabriel por lo que sea que había hecho, que en verdad no era nada más que decirle unas cuantas palabras de aliento. Se despidió y comenzó a caminar en dirección a la entrada del metro. De pronto, se paró en seco y volteó hacia el lugar donde minutos antes estaba. Buscó al tipo que le había hablado para tranquilizarla sin encontrarlo.
Por su parte Gabriel miró el reloj y vió la hora. "Me esperan", pensó enseguida de que la chica había comenzado a caminar en rumbo contrario, acomodó su portafolio y caminó en sentido contrario a ella y se fue sin observar que ella giraba para verlo.

4/14/2005

Me esperan (3)

El camión ya estaba a punto de llegar a San Cosme, eran poco menos de diez cuadras para que el camión llegara a la base. Gabriel observaba la calle por la ventana en la que iba sentada la chica morena que se acababa de acomodar junto a él; no sólo miraba la calle, sino que de vez en cuando la miraba a ella. Miraba su perfil con la naríz un poco chata, pero que la hacía lucir sus ojos verdes color jade que contrastaban de por sí con el color de su piel, miraba su boca un poco abultada pero con carnosos labios; en fin, la miraba cada vez que podía y que sabía que ella no lo vería.
El micro hizo una parada y se subió un tipo con una chamarra de esas de los equipos de fútbol americano que son muy gruesas y largas, le pidió un "raid" al chofer. En lo que alegaba con él, otro tipo se subió y se pasó hasta la parte de atrás del micro. Sacó una pistola de detrás de su camisa y apuntó a Gabriel que era el más cercano a él. El que había pedido el "raid" hizo lo mismo con la pistola que sacó de la chamarra y apuntó al chofer.
Dijeron la cantaleta de siempre: "Orale hijos de su pinche madre caiganse con lo que traigan o se los lleva la verga". El de la chamarra corto carucho y dejo de apuntar al chofer para apuntar a un señor que iba en el asiento detrás del del conductor.
Poco a poco, los pasajeros comenzaron a pasar las carteras, relojes, celulares y cosas que creían que eran de valor; los asaltantes se acercaban a ellos para hacer un flitrado de lo que les daban: muchas veces regresaron las carteras vacias de dinero pero intactas en lo demás; a una mujer le dieron el bolso completo sin siquiera tocarlo porque se veía que la pobre señora a duras penas traía para su pasaje.
Gabriel un poco shockeado por el arma en su cara pasó todo lo que tenía incluyendo su portafolios que los ladrones regresaron al comprobar que solo traía hojas y libros sin ningún valor para ellos; en cambio a la muchacha le hicieron abrir su maleta completamente pero no encontraron otra cosa mas que ropa.
Lor rateros bajaron del micro advirtiendole al chofer que si se paraba antes de llegar a San Cosme valía madre.
El recuento de los daños no fue mucho: algunos impresionados por la acción; un total de cinco carteras robadas y cinco regresadas sin el dinero; 14 celulares, 8 relojes y la caja del dinero del chofer.
Gabriel seguía un poco nervioso, pero la chica de al lado estaba llorando por la situación. El intentó acercarse a ella para consolarla, pero pronto se dió cuenta de que llegaban a la base del camión y todos bajaban del micro. Bajó y esperó a que la chica bajara para ayudarla. Ella sollozaba un poco mientras arrastraba su maleta. Gabriel le ayudó a bajar del micro mientras agarraba la maleta con una mano y con la otra le agarraba la mano.
Le dijo que tranquila, que las cosas como esa pasaban demasiado seguido, que no tenía que preocuparse. Ella le agradeció mientras tomaba la maleta del piso.
Continuará...

4/12/2005

Me esperan (2)

Gabriel esperó un poco más a que el micro llegara. Pensó que ese día tenía que aplicar dos exámenes a dos grupos y por eso era urgente que llegara temprano. Esperó otro rato más sin que se vieran rastros del transporte; miró el reloj y vió que era ya la hora usual en que salía de la casa.
Agarró su portafolios, de esos nuevos que se cuelgan y que están muy de moda, y caminó en la dirección de la calle esperando así acortar distancia en lo que pasaba el micro. No tuvo que esperar demasiado para eso, ya que pocos minutos después de empezar a caminar, el micro se acercó pocas cuadras a él. Dejó de caminar en el lugar donde estaba, aguardando a que el micro lo alcanzase y abordarlo. Hizo la parada y el micro se paró fente a él, no iba igual que el anterior, sino que al contrario, éste iba casi vacío y aún con lugares. Pagó su pasaje hasta San Cosme y se sentó en un asiento de atrás.
El micro iba a una velocidad aceptable entre las calles. Si seguía así no había duda de que llegaría a tiempo. El micro hizo algunas paradas, entre ellas una chica muy bonita con una maleta muy grande; tenía ojos verdes y era morena, además su cabello rizado llamaba mucho la atención. Le dijo al chofer si llegaba a Taxqueña, él le respondió que no, pero que la podía dejar en el metro y de ahí ella tomara hacia la terminal del metro. Ella accedió y pagó los 2.50 de pasaje, buscó con la mirada un lugar, que por cierto aún había; lo localizó junto a Gabriel y se sentó pidiéndole permiso de pasar. Gabriel se paró del asiento, dejando pasar a la joven y observó su maleta grande. Ella agradeció una vez que se había sentado con la maleta en las piernas y se pusó a observar la calle a trevés de la ventana.
continuará...

4/09/2005

Me esperan

La ciudad era un total caos como todos los días entre las 8 y las 10 de la mañana. Para colmo, el coche de Gabriel estaba en el taller por lo que era casi inevitable surcar todo el tráfico matinal por micro, ya que el metro era una dimensión a la que era imposible entrar.
Sabiendo esto y más, Gabriel se levantó temprano, incluso más de lo que normalmente lo hacía, arreglo sus cosas desde la noche anterior para no andar con demasiadas prisas por la mañana, y se sencargo de revisar dos veces el despertador. Sin más, se fue a dormir.
Todo parecía en verdad perfecto en ese día, o al menos eso creía él antes de salir de su casa para tomar el camión que lo llevaría a la escuela donde daba clases por la mañana. El despertador sonó oportunamente, se bañó y arregló rápidamente e incluso le dió suficente tiempo para desayunar algo, cosa que rara vez hacía. A todo esto salió media hora más temprano de lo que usualmente lo hacía en el carro, y así salió a la avenida a esperar el micro.
Fue en ese intante cuando las cosas comenzaron a ponerse mal. Llegó tranquilamente a la esquina a esperar el camión, se sorprendió de que no hubiese otras personas haciendo lo mismo, pero pensó que tal vez era por lo temprano que había salido. Esperó un poco hasta que el primer camión pasó. ¡Oh sorpresa! El camión se acercaba lentamente mostrando a lo lejos una pequeña masa que sobresalía lateralmente del micro; mientras más se acercaba pudo reconocer que la masa que se veía era un gran número de personas que iban de "moscas" en él. Hizo la parada, pero el micro la ignoró completamente siguiendo de largo, además era imposible que pudiese subir al camión, así que decidió esperar un poco más.
Continuará...

4/06/2005

Sábado (6)

Lo empujo hacia el baño, por suerte no hay nadie. Sigue agarándome las pompis y besándome. Me besa en el cuello y la oreja... ah se siente muy bien. Siento como comienza a acariciarme por encima de la blusa, lo hace lentamente, mientras su otra mano acaricia mis pompis aún.
Paso mis manos por su cuello, lo beso más apasionadamente.
De pronto siento su mano bajo mi blusa acariciandome, subiendo por mi espalada hasta la correa del brassier. Continuamos así un poco... su mano pasa a mi pecho... lo toca sobre el sostén. Su otra mano sube también, y me acaricia un poco pasando por debajo de la correa... siento como ésta se desabrocha y su mano corre el tirante de mi hombro hacia bajo mientras la otra mano baja un poco la copa de mi brassier y toca directamente mi pecho... ¡ah!
Me besa el cuello, mientras intento desabrochar su camisa poco a poco logo hacerlo ya que no se separa nada de mí. Beso su cuello y bajo hasta su pecho y también lo beso. El deja de acariciarme un momento y me separa un poco, comienza a desabrochar mi blusa y la quita, también el brassier dejándome desnuda de arriba. Sus manos ahora en mis pompis otra vez, sus labios en mi pecho... ¡Dios, esto es tan exictante!
Intenta abrir mi pantalón, hasta que lo logra y mete sus manos, el sólo sentir el roce de sus manos en mi piel es... ¡Oh! Abre un compartimiento y nos metemos mientras baja mi pantalón...
- Oye, te mentí - le digo mientras termino de ponerme la blusa - No tengo novio
...
Regresamos a la pista, sus amigas nos estaban esperando, ya se van, me despido de ella con un beso mientras me da su teléfono, me dice que la llame.
Ya en el coche me pregunta el gordo
- Y qué wey, ¿ya tienes vieja?
- Nel, nada más me la cogí.

4/04/2005

Sábado (5)

- Perdón... me deje llevar. Discúlpame
Sigue callada, ¿se habrá disgustado? Mejor le pido disculpas otra vez.
- De verdad discúlpame, actué sin pensar. Si quieres me voy...
No me responde. Sí se molestó. Mejor me voy. Comienzo a caminar hacia la pista...
- No te vayas - Siento como me toma de la mano y me jala hacia la mesa - No te vayas...
Sus labios se funden con los mios, ahora es ella quien tiene la iniciativa, lentamente nos separamos de aquel beso. Dura muy poco esto, casi de inmediato comenzamos a besarnos otra vez pero ahora más inteso que hace rato. Seguimos así un poco. Lentamente bajo mi mano de su cintura intentando buscar algo más... lo encuentro. Mi mano recorre sus nalgas y comienzan a apretarlas... ella no dice nada.
- Ven - le digo mintras comaino hacia el baño con ella de la mano. Ella sigue sin decir nada, sólo me sigue.
Llegamos a la puerta del baño de hombres, comienzo a besarla de nuevo... mi mano recorre todo su trasero, le beso el cuello, la oreja... que buen faje.

4/02/2005

Sábado (4)

- ¿Qué onda, ya están? - Me pregunta Ricardo en cuanto está frente a mí.
- Sí, aquí estamos
- Pues mira, te presento a Lalo, Eumir y Alberto - Comienzo a saludarlos a todos de beso.
- Mucho gusto, yo soy Tania. - Mis amigas se acercan un poco a mí para que pueda empezar a presentarlas - Ella es Ariadna, ella Itzel y ella Erika.
Comienzan a saludarse, mientras observo a Ricardo, no está nada mal de verdad... comienza una rola bien chida y se me ocurre jalar a Ricardo para bailar; mi amigas hacen lo mismo con los amigos de él. La cosa se está poniendo interesante.
Esto es demasiado pronto, Ricardo es un chavo guapo; me gusta... ¡No, no puede ser!, cómo me puede gustar si ni siquera lo conozco.
Después de estar bailando un ratote, estoy un poco cansada. Le digo a Ricardo si nos sentamos un poco a descansar, el acepta.
- Oye, eres muy bonita, ¿te habían dicho?
- No, gracias - contesto un poco turbada mientras tomo una botella de cerveza. Alzo la vista y lo veo mirándome. Se acerca lentamente a mi, como en cámara lenta... siento su cara frente a la mía, su respiración....
¡Guau... qué beso! Dios, nunca me habían besado así... Le voy a decir la verdad...