5/30/2005

Desaparición

Luisa estaba acostumbrada a eso, no era raro ya. Escuchar el claxón de Marisol todas las mañanas era casi como su despertador; incluso, cuando Marisol salía de vacaciones extrañaba el estridente sonido del auto de su cuñada que, como si quisiese anunciar a todos los vecinos que ya era de mañana, sólo incitaba a Jorge a salir de su casa para irse juntos. Luisa esa vez, estaba acomodando ciertas cosas en el buró de su cuarto, mientras observaba claramente el reflejo en el espejo de su cara; con rostro de ojeras de esa noche pero que obligado a levantarse al trabjo intentaba disimularlo. Ponía en el buró algunas cosas que estaban tiradas por la noche anterior que llegó demasiado tarde de casa de Gabriel y que por el cansancio que tenía tiró mientras se recostaba en la cama, las tomó e intentó buscarles el lugar que les correspondían. Volvió a fijar su mirada sobre su reflejo, estaba demacrada sus ojos denotaban una coloració rojiza debido a las pocas horas de sueño y las ojeras que yacían bajo estos dándoles una sensación de profundidad, como si fuesen una cuenca de un arbol.
El clazón volvió a sonar, Jorge aún no salía de la casa. En esta era de modernidad, donde las novias pasan por los novios, y estos dándose su papel de quietud cual mujeres en plena cita, le era extraño; aunque ella hacía lo mismo al ir a casa de Gabriel a verlo. Ja, irónica vida e irónica ella que siempre deseaba ser cortejada por un galán y terminaban invirtiéndose los papeles. Salió de su cuarto para buscar a su hermano en el suyo. Le extrañaba eso, Jorge casi siempre estaba listo antes de que Marisol pasara. Llegó al cuarto y miró la cama tendida como la tarde anterior la observó antes de ir donde Gabriel.

5/24/2005

Anécdota

Aún era temprano, eso no era ni una duda. Salí del metro un poco agotado porque llevaba prisa; sí, prisa a una cita a la que llegaba temprano, ¿no es irónico? Sólo quería que todo estuviese perfecto para lo que fuera a suceder si es que pasaba hoy... si es que ella llegaba.
Me puse a esperar donde quedamos, vi el reloj y descubrí que era temprano, cosa que ya sabía y quería constatar una vez más. No sé si alguna vez les ha pasado que tienen que esperar a alguien y por azares del espacio-teimpo, los minutos se alargan y pasan lentamente en lo que esperas a alguien; pues esa vez yo sentía algo similar, miraba y miraba el reloj y veía con decoro que no avanzaba en lo más mínimo, hasta me daba la ilusión de que retrocedían las manecillas del reloj. No, no estaba nervioso... bueno sí, pero no como lo esperaría para ver a alguien que no veía en meses, lo que me mataba era la espera y no tener noticias de ella, sólo sabía que llegaba hoy. Además de eso quería que todo pasara hoy, ese era mi principal objeto de nervios que aún no afloraba y estaba dormitando en mi estómago y sin duda emergería cuando la viese llegar, parada frente a mí cargando su maleta sonriéndome, estaba seguro que en ese momento mis nervios serían incontrolables; pero aún no, sentía su picazón de vez en cuando.
Me levanté del lugar donde había decidido sentarme. Miré buscándola con la mirada: nada aún. Repasé mentalemte lo que le diría después de abrazarnos y saludarnos, sí se lo diría así, inmediatamente sin esperar nada. Tenía el presentimiento que ella sentía lo mismo, así que para qué perder el tiempo. Fue entonces cuando escuche una cálida voz llamándome a mis espaldas, la ví ahí, parada cargando su maleta sonriéndome. No pude articular palabra, me acerque a ella la abracé y nos saludamos: tanto tiempo, cómo has etsado. Yo bien y tú. Tambien...fue todo.
Salimos de la terminal, la llevé a pasear por la ciudad y a comer; sabía que tenía que decirle lo que sentía, no habría oportunidad después. Me arme de valor... y entonces escuché a ella hablar.

5/21/2005

Una mirada. (2)

La primera vez que le ví, supe de inmediato que era él. Era un día normal como cualquier otro, esperaba con calma a que mi marido regresara del baño cuando él se acercó. Lo observé y él sin más se sentó. Comenzó a contarme sobre ciertas cosas que no entendía, asaltos, drogas y más que sin duda aseguraba que mi marido hacía... no podía creerle, era ilógico lo que decía. Conocía a mi marido desde hacía ya diez años, era imposible que no supiera lo que hacía. Trabajaba en el banco, era gerente de no sé qué, pero era muy importante lo que hacía. Siempre tenía dinero para lo que quisieramos, era un buen hombre.
Él llegó del baño, el tipo se paró como si nada y desenfundó un arma, le apuntó a mi marido y hubo un momento en que ambos se miraron. El desconocido disparo a mi marido que se desplomó del impacto. Se armó un gran alboroto. Aparecieron policías de todos lados cubriendo al asesino que tranquilamente sacó su placa y dió instrucciones al gerente del restaurante. Se acercó a mí y me mostro su identificación; dijo que necestaba mi ayuda y que me trasladarían al ministerio público.
Rendí mi testimonio de lo que ví; supé que lo que le habían disparado era un narcótico, no corría daño mi esposo. Me enteré de todas sus actividades en el "banco", lavar dinero y venta de narcóticos, era traficante que encubría todo con su negocio. Mi imagen de él se desmoronó. Lo aborrecí.
De pronto pasó un tiempo en el que no supe nada más de él, hasta que después del juicio lo ví. Me saludó y me dio su pesame por la sentencia de mi esposo. Sentí otra vez eso que sentí cuando llegó a mi mesa y habló de cosas que no tenía idea. Nuestras miradas se cruzaron una vez más y me dió su teléfono por si algún día necesitara algo no dudase en llamarle. Supe que era él, el hombre de mi vida.

5/19/2005

Una mirada.

La primera vez que le ví, supe de inmediato que era él. Lo supuse de una forma muy extraña, como si mi sexto sentido me indicase que era él, aunque en mi vida lo hubiera visto. Lo presentía.
Más tarde, sin duda supe que si presentimiento era cierto al observar su foto: era él, sólo que con lentes oscuros, pero no había duda de eso. Tomé la foto y la guardé en la bolsa secreta del saco, tome mi portafolios y salí a la calle esperando mi auto que en esos momentos traía el valet parking. Conduje a cierta velocidad intentanto pensar donde lo había visto, tenía clara su imagen, pero no el lugar. Repasé lo que había hecho esa mañana, cosa por cosa hasta que lo recordé. Ví el reloj, era demasiado tarde así que me fui a casa intentando averiguar todo lo que pudiera sobre él.
Pasó un tiempo antes de que supiera bien sus movimientos, sus gustos y las actividades que hacía; poco a poco comencé a jugar con él, a presentarme donde él estaba casi de forma imperceptible aunque siempre notaba mi prescencia. Me daba un gusto enorme ver como se alejaba me mí, como si fuera a lastimarlo. Supongo que sus nervios estaban hechos polvo.
Sucedió un día como cualquier otro, él no esperaba que me acercase así como así y menos cuando él estaba con su familia. Me vió, comenzó a sudar visiblemente. Se levantó y fue al baño.
Cuando regresó se sorprendió de verme sentado en el que fuera su lugar hablando tranquilamente con su esposa. Me levanté mientras le apuntaba con una pistola. Nuestras miradas se cruzaron y no pude más que jalar el gatillo.

5/15/2005

Sin parentesco alguno

Súbitamente me dí cuenta de que no sólo compartíamos el mismo nombre, bastante extraño de por sí, pero tomando en cuenta que ella no es de aquí y el nombre de Christian puede usarse en ambos sexos me dió una extraña situación de pensamientos; fue como sentirme robado en mi identidad personal, con decirles que hasta coraje me dió al saber su nombre. Sí, lo sé es idiota sentir esto, pero me comprenderan si alguna vez les sucede algo parecido.
Bueno, como decía, no solamente en el nombre eramos iguales, sino que estudiabamos lo mismo e íbamos en el mismo curso. Realmente comencé a tratarla varios meses después de haber comenzado, porque ilógicamente le tenía cierta aversión a una chica que tenía el mismo nombre que yo; pasó que un día mientras realizábamos equipos en una clase, por asares del destino me tocó estar sólo con ella como pareja de trabajo. Fue demasiado incomodo para mí.
Quedamos un día de ir a la biblioteca a investigar lo que necesitabamos. Terminamos de investigar y le pregunté si quería algo de comer, poque yo me moría de hambre. Dijo que sí. Caminamos a un local de comida que estaba cerca de allí y entramos, nos sentamos y pedimos lo que había. De pronto comencó a platicar conmigo sobre algo que no recuerdo, pero que sin duda me llenó de interés porque estuvimos así un rato. Fue cuando me dí cuenta que no sólo el nombre era el mismo, sino que teníamos intreses muy parecidos.
Algo en mi pecho comenzó a nacer, y deje mí aprehensión idiota de lado. Comenxé a verla de otra forma que sabía que la había visto. Sin más la besé.

5/03/2005

Una más y nos vamos (6)

Javier y Víctor siguieron tomando un rato más con las cervezas que quedaban aún en el último cartón. Cristina prefería no estar ahí con ellos, pero debido al estado de su esposo estaba sentado junto a él. Fue poco tiempo así, ya que Víctor estaba demasiado borracho y sucedió que mientras platicaba con el Charal se empezó a quedar dormido en el sillón como un niño que se desvela en una fiesta de adultos.
Cristina vio esto y le dijo a Javier si le ayudaba a llevarlo a la cama para que ahí se durmiera. Javier lo cargó por debajo del brazo izquierdo y Cristina del derecho y lo llevaron de "crucito" hasta la recámara donde la pareja dormia, lo acostaron sobre la cama y le quitaron los zapatos; Crisitna tomó una cobija del ropero y lo tapó. Ambos salieron del cuerto evitando hacer ruidos fuertes para no despertarlo.
Regresaron a la pequeña sala, Javier tomó la cerveza que aún tenía más de la mitad.
- Me acabo ésta y me voy - Le dijo a Cristina que lo veía aún displicente. De repente recordó lo que Javier le dijo mientras su marido fue a la tienda la primera vez: Te amo. Esto era ilógico, ¿cómo podía amarla después de que más de seis años habían pasado desde que anduvieron?, cómo. Recordó brevemente la forma en como terminaron... fue por la misma razón, él le dijo que la amaba... no la quería, la amaba y eso a ella no le gustó; no en ese tiempo, le dió miedo y por eso terminaron. Después fue Víctor quien se lo dijo, ya no sintió miedo, sino algo parecido a lo que él sentía... pero ahora volvía a escuchar esa misma frase de Javier después de muchos años.
Estaba pensativa y no vió cuando Javier se acercó a ella. La miró de frente, viendo sus ojos y de pronto la besó. Fue más la situación que el sentimiento, ella correspondió el beso por una inercia que surgía en ese momento dejando de lado a sus sentimientos por Víctor. Siguieron besándose hasta que lo inevitable pasó...
Ella recogió el vestido que estaba en el piso mientras él se ponía los zapatos y se levantaba para irse. La besó de despedida y salió a la calle. Cristina se paró, pensó en lo que había pasado y sintió que algo había cambiado mientras veía a su esposo en la cama aún dormido después de todas las cervezas.

5/01/2005

Una más y nos vamos (5)

Terminaron de comer y para seguir, el Charal acompañó a Víctor por el cartón. Salieron a la calle hablando de Cristina y de que tal se llevaban. Llegaron a la tienda y Javier dejó el cartón en el mostrador; Víctor pidió otro de cerveza oscura y agarró otros chicharrones. Regresaron y dejaron el cartón en el piso y todos tomaron nuevamente su respectiva cerveza. Crisitina regresó de la cocina de haber dejado los trastes y sentó junto a su marido nuevamente.
Javier miraba a Cristina como si no hubiese otra cosa que hacer en la sala, que en realidad era poco considerando las pláticas de los demás a las que sólo asentía y medio escuchaba. Era una mirada incesante como de reproche y de recelo hacia ella. La verdad de las cosas es que Cristina notaba las miradas y sólo se apretaba contra su marido, dejando de lado a Javier o eso intentaba. Había algo que de vez en cuando hacía que volteara hacia el Charal y lo mirase, pero miradas escasas y equívocas como no dejando nada a nada.
Siguieron tomando más, el Charal estaba un poco más retrasado que todos los demás. Siguieron así después de otros cuatro cartones más y ya se empezaba a notar en todos los dejos de las cervezas: hablaban barriendo la voz, empezaban a hablar incoerencias y sobre todo iban demasiado al baño. Víctor no era la excepción a todo esto estaba muy borracho ya y Cristina lo notaba, empezó a ponerse medio "cariñozón" con ella y luego la ignoraba demasiado por ponerse a tomar con los demás. Beto, el Caimán y Paco decidieron que ya era demasiado por ese día; eran casi las siete de la noche. Como Paco se iba y era el único que traía coche, todos decidieron irse con él.
Cuando todos se iban, Víctor le dijo al Charal que se quedara con él a seguir chupando, además que él vivía cerca. Javier dijo que no, que ya mejor se iba, pero Víctor le dijo que no fuera mamón, que se quedara, Crisitna miró con recelo esta invitación pero sabía que no podía decir mucho y lo que dijera no tendría mucha opinión en ese momento por el estado de Víctor. Javier aceptó.