7/30/2005

Un libro (5)

Las clases continuaron esa mañana ya más tranquilamente para Fermín. No más libros apareciendo en el salón o cosas así. No. Era justamente la hora en que el día se convierte en tarde, antes de la clase de geografía universal, cuando notó que alguien seguia sus pasos a cualquier parte que iba. Había tenido ese presentimiento en el patio, pero pensó que pudo haber sido cualquiera de todos los estudiantes el que pasara por ahí antes de llegar a la clase de literatura y ahora se daba cuenta que por más de quince minutos alguien lo seguía.
Caminó más rápido, habituado a sentir ese presentimiento muchas veces (Pongámoslo así, si durante 17 años de tu vida has sido correteado, molestado, golpeado, etc, etc; sería ilógico que con el más mínimo movimiento de la cortina del baño de la vecina que sólo se baña en semana santa no corrieras desaforadamente a tu cama para refugiarte bajo ella. Pero como en este caso, su cama estaba demasiado lejana, sólo optaba por caminar más rápido, sin correr para no alertar a sus perseguidores del posible medio maratón que correría en diez segundos después de haber atravezado la puerta de la escuela) Así que su paso se aceleró levemente, poco a poco más rápido. Oyó detrás de él las pisadas que lo seguían apurar el paso también, intentó voltear de reojo para ver quien lo seguía, pero nada aparecía en su limitada visión. Los lentes (porque usaba lentes, es parte del estereotipo, ya saben como es eso) se le resbalaban por la nariz debido al sudor, las pisadas cada vez más cerca, era rápido el perseguidor sin duda para mantener el paso de marchista olímpico que llevaba Fermín.
El pasillo estaba rodeado de salones y cosas de esas que hay en los pasillos de las escuelas, escaleras y demás mobiliario que le dan el toque de seriedad al imueble; y por extraño que parezca, ese día todos los pasillos estaban vacios, sólo era él y su perseguidor; como una película de terror. Comenzó a correr cual rubia seguida del asesino en serie de la serie, los pasos tras el se convirtieron en una desesperada carrera intenando alcanzarlo. Fue entonces cuando algo pasó, se vio rodeado de oscuridad surgida de la nada, las sombras se elevaban varios metros por encima de todo lo que las producía. Un sonido ensordecedor, como un rayo a su espalda y luego una explosión delante de él, la vitrina ya no estaba y en su lugar solo humo quedaba sin dejar algún rastro. Supo que era un hechizo de quinto nivel de elementales. El sonido otra vez, alcanzó a murmurar algo entre dientes, mientras caía desplomado de frente a la puerta de salida de la escuela.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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