7/14/2005

Un libro (2)

Creo que no es necesario describir a Fermín, ya que la imagen de un tipo que se queda bajo la tutela de un foco de 70 watts es fácil imaginarla.
Desde pequeño Fermín solía refugiarse en los libros y salir poco, no tenía amigos y era solitario en extremo. Además de eso, tenía la típica aura de "chingame a mí que me dejo" escrita y tatuada en todo su cuerpo. De ahí que la buena condición que tenía por correr como desesperado después de clases. Era generalmente el blanco perfecto de todas las bromas que solían pasar. Regresemos al punto.
Pues ese día en el metro hojeó más detenidamente el libro que tenía entre sus manos y que el título atrayente no decía otra cosa que "leeme". Así que se puso manos a la obra. Leyó el capítulo primero en el trayecto a su casa, Mientras se acomodaba en su cuaerto terminó el tercero y cuando se dio cuenta que el foco de 70 watts era el mejor para leer había terminado el 15.
La semana que llevaba sin salir de su ciarto lo había dedicado complétamente al estudio del libro de magia negra.
Sin duda no podemos decir que no era bueno, ya podía lanzar pequeñas bolas de fuego si lo quería y sacar al conejo del sombrero era ya dominado sin dificultades. Tenía ciertos problemas con los hechizos de invocación por miedo a que fallaran y fuera él el que terminara en otro lugar, pero los elementales eran demasiado sencillos para él. Así, estuvo más de una semana aparte de la que ya llevaba materializando cosas, quemando el bote de basura con bolas de fuego, lastimando a los vecinos con pequeños rayos en sus jardines y cosas así.

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