8/04/2005

Un libro (6)

La sensación de entumecimiento recorría las piernas del joven tirado en el suelo, esperando a que su cerebro captara las razones del ataque. Ilógico pensar que se necesiten razones para atacar a alguien como él, de eso no cabe ninguna duda. Lo extraño es que fuera con un hechizo eléctrico. Su mente giraba vertiginósamente entre una idea y otra. Giró la cara que había caido de frente a la puerta para localizar a su agresor, pero no había rastro de él, sólo la estela de energía que podía sentirse en el aire.
El adormecimiento seguía recorriendo como hormigas sobre una rama sus largas piernas que intentaban recuperarse. Poco a poco la aprehención que su mente generaba disminuía de forma gradual al tiempo que llevaba en el piso. Por fin, pudo incorporarse, y observó otra vez a su alrededor intentando localizar al agresor (esto ya lo repetí, pero hay que llenar espacio y describir como nuestro neófito mago sigue intentando encontrar al que lo atacó. Es como cuando vas por la calle y de pronto te golpean con una piedra y no vez a quien lo hizo, y volteas por todos lados para ver al culpable que se hizo ojo de hormiga: chiquito chiquito...)
Su mirada se encontró con otra que se acercaba rápidamente, era la chica que lo había observado en clase y que le sonrió; atrás de ella varias personas se acercaban a él... más bien en dirección a la salida que estaba tras él. El aflujo de personas aumentó; de las escaleras bajaban más weyes y chavas; profesores y más... caminaban rápidamente a la salida. La profesora de Biología le habló, pero sólo vio que sus labios se movían, no escuchaba nada. La chica que le sonrió pasó a su lado observándolo fijamente sin apartarle la mirada un sólo segundo.
Fermín continuó sin escuchar nada; la sirena contra incendios estaba a su máximo, se desalojaba la escuela y sin duda el incendio en el laboratorio, momentos después de que Fermín cayó al suelo por el impacto del rayo tenía algo que ver. La profesora lo jaloneó para que respondiera a sus palabras, de inmediato, escuchó el chillante sonido de la chicharra. Olió el humo que bajaba del segundo piso donde estaba el laboratorio y que apenas advirtió... despertó de una especie de letargo y salió fuera del lugar acompañado de la profesora que lo jalaba de la manga aún.
Ya fuera, adviritó su mirada una vez más, le miraba fijamente.

No hay comentarios.: