3/03/2006

Desaparición

Estaban solas en el cuarto sin nada más que hacer que ver la televisión como todas las noches acostumbraban. Ella, la mayor, estaba acostada en la cama con su pijama azul que tanto le gustaba a la pequeña. La pequeña estaba en el piso, sentada frente al aparato riéndose del programa cómico que estaba a esas horas. Ella usaba un short y una camisa sin mangas, hacía calor y no quería destaparse en la noche; por alguna razón le agradaba ver a su hermana con esa pijama que no era lo más apropiado para una noche de verando calurosa, como lo eran estos días.
Ella, la mayor tenía 20, la pequeña 17.
Serían las doce cuando la mayor dijo a su hermana que tenía sueño. La otra no quería que se durmiera, quería platicar, decía que no tenía sueño. Además era sábado el día siguiente. Ambas estaban molestas porque no las habían dejado salir; sus padres no estaban y consideraban demasiado peligroso dejarlas fuera sin ellos presentes. La pequeña, le comenzó a platicar sobre Mauricio, el chavo que le gustaba; la otra sólo asentía y decía pocas cosas. El sueño ya estaba apoderándose totalmente de ella. La pequeña, apagó las luces y se acostó en la cama de al lado, su hermana se acomodó en la suya y se tendió a dormir. La pequeña no quería dormir. Seguía demasiada molesta, aunque quería disimilarlo un poco con la mayor.
Definitivamente no podría dormir ahora. Optó por ir por algo de comer. Salió de la cama y de la habitación. Cruzó el pequeño pasillo y llegó al comedor y luego a la cocina. Abrió el refrigerador y la luz que salía de este iluminó la habitáción a oscuras. Tomó jamón y se lo comió, abrió un envase de leche y bebió de él. Regresó a la habitación.
Miró su imagen en el espejo gracias a las luces que se filtraban de la ventana. Se vió a si misma con su cara rodeada por sombras y oscuridad.
El ruido que siguió a continuación fue lo último que escuchó ella. La mayor despertó sobresaltada. Vio la cama de su hermana vacía; la puerta aún abierta y el espejo roto. Gritó el nombre de la pequeña: "Denisse". No hubo respuesta. Salió del cuarto y encendió la luz que no respondió. Intentó con otro apagador e iguales resultados. Gritó nuevamente su nombre. Sólo siguió gritando su nombre, hasta que se cansó.

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