9/02/2005

Cansada de tanto esperar

Estoy impaciente, vigilando en mi ventana las estériles calles que me conducen hacia ti. Mortecinas las luces noctambulas recorren mis ojos, y repentinamente siento como una lágrima corre traviesa y fugaz por mis mejillas; baja y se sumerge entrometida en mis labios.

Con último esfuerzo sofoco mi agonía, tantas veces le conté a la obscuridad, abrazada a mi almohada, musitando levemente que odiaba tu lejanía, que me empequeñecía la tristeza; que me enjutaba las entrañas la espera de saber si vendrías, o que me hallaría nuevamente sollozante por tu trágica partida.

Aún me encuentro en mi viejo rincón contemplando; viendo el viento soplar por el horizonte, día y noche, permanezco inmóvil e impávida a tu llegada. Pero el reloj corre impertinente, insistente. Han pasado horas; días y meses ya, pero ya no sé que es lo que busco, olvide en el tiempo aquello que me mantenía de pie.
Aquella extraña paciencia que me repetía en la cabeza “tranquila, tu amor pronto llegaría”, pero las estaciones han seguido su curso, en tiempo de lluvias me dejaste y todo me llovía sobre mojado; tiempo más tarde las hojas de otoño cayeron al igual que las lágrimas en mis ojos y ahora que llega el crudo frío; se me congela la memoria, el corazón y el sentimiento.

Espero, espero y espero por tu pronto regreso, como el sol de invierno a la primavera. Tal vez la calidez del tiempo de nueva vida a nuestro amor, pero tan cansada estoy que siento el cuerpo como se marchita, se me ha secado el interior de tanto llorar.

No sé si deba, no sé si esta bien creer en un futuro venidero, pero esta espera me esta matando; te ansio como la primera vez que bese tus labios, pero largo tiempo ha pasado y no tenia las cargas que tengo ahora.

Y mi me alma susurra suplicante; pero siento la tristeza tan cercana que ya me siento confusa, cansada de tanto esperar y que diera yo por tenerte a mi lado una vez más, de recorrer un centenar de dichas a tu lado, de permanecer constante en tus recuerdos.

Pero esto ha cambiado, ya transcurre y se acerca el olvido y lo único que ha de quedar es el polvo del camino recorrido cuando una vez fuiste solo mío.

Euridice López Cárdenas
(KALI)

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