11/08/2005

Intereses (4)

Dicen que cuando más oscura está la noche, es porque más cerca está el amanecer. Fermín se sentía sumido en un halo de oscuridad que literalemente le arrollaba todo lo que pensaba. Se sentía solo y vacío en un lugar desconocido que por azares poco conocidos del destino había llegado a él. Todo parecía indicar que conforme más intentaba encontrar una explicación clara y razonable a su situación más confuso se hallaba.
Pensaba en ese preciso momento en que Miranda se levantaba del sillón para ir al baño y después esa ráfaga de luz que pronto se convirtió en la oscuridad que ahora le abrigaba no como lo mejor que él hubiera deseado. Pensó en todad las posibilidades físicas de un viaje cuántico a otra dimensión, una posible paradoja que le absorviese o algo más que pudiese dar explicación a dónde se econtraba. Primeramente observó que la oscuridad no cedía ni al más mínimo esfuerzo de él por crear un poco de luz con un hechizo; después se dio cuenta que por más que trataba de moverse más alla de dos metros delante de él, algo le obligaba a retroceder, como una especie de fuerza que tan de moda está en las películas de ciencia ficción; por último observó que el libro no estaba junto a él como acostumbradamente lo estaba.
Pasaron minutos que poco a poco se convirtieron en horas. No parecía que nada pasara en ese lugar, salvo la oscuridad que le envolvía que cada vez iba clareando más y más hasta que pudo ver por completo una extraña prisión en la que estaba encerrado.