10/25/2005

Intereses (3)

Pasó demasiado tiempo para que Miranda se diera cuenta que se estaba enamorando de Fermín y que por más que luchaba contra eso más caía como es generalmente en estos casos. Intentaba ver lo idiota que era, o lo poco imaginativo y falto de caracter para ciertas cosas; pero a la vez veía que era demasiado sincero y sobre todo que en verdad le atraía algo más que simple atracción física como solía ocurrirle. Ya saben esa sensación de encontrar algo que buscas y que no puedes encontrar hasta ese mismo día.
Cuando por fin decidió a caer completamente, Fermín salía de su vida casi de la misma forma en que había entrado en ella.
Resulta ser que una tarde mientras ambos estaban en el sillón de la sala de casa de ella, Miranda se levantó para ir al baño. Cuando regresó, no encontró al joven, que había desaparecido así como así. La televisión seguía prendida y la mochila de él estaba donde la habían dejado. Incluso el libro inseparable de él seguía en la mesa de al lado. Subió las escaleras a la habitación de su madre para preguntar por Fermín, encontrándose con que nada sabía de él. Gritó su nombre esperando una respuesta que no llegaría en muchos días después.
Lentamente comenzó a llorar, sentía una desesperación tácita surgir poco a poco de sí misma. Ese sentimiento desconocido por ella hasta esos momentos. Tomó su mochila y la de él y subió las escaleras sollozando antes de caer en la cama precipitándose en llanto.
Mientras, en el piso de abajo, el libro encuadernado en piel, desaparecía.

10/02/2005

Intereses (2)

Pasaron días, los exámenes comenzaron igualmente y con iguales resultados que siempre. Fermín rodeado de personas que jamás hubiera visto salvo en esos días. Pro igual, Miranda intentaba seriamente concentrarse en que es lo que ponía el lentudo en las hojas que pasaba atras. Sólo Dios y Fermín sabían que escribía, y algunas veces sólo Fermín. Así pues, como decíamos, pasaron días hasta que ya no hubo necesidad de asfixiar al joven. También resulta inequívoco que desde le día en que Miranda comenzó a hablarle aquela tarde, Fermín estaba como idiota todo el día.
Algunas veces Miranda invitaba a comer a Fermín, cosa rara hasta para ella, pero por motivos poco conocidos en el ámbito humano, disfrutaba su compañía. Poco a poco comenzó a olvidarse de los motivos que le hicieron hablarle esa tarde, o ir a "visitarlo" a su casa. Sencillamente es de esas cosas que pasa porque pasan.
De un día a otro empezaron a andar. Todo sucedió un día que después del último examen ella le invitó a comer con su padre. Como habíamos dicho, el estaba como estúpido al sólo oir la voz de ella, así que no hubo el más mínimo reproche de su parte. Comenzaron a caminar hasta el coche de ella y se subieron. Comenzó a manejar en dirección a su casa mientras de reojo veía al joven mirarla. El por su parte no podía evitar verla fijamente, sabiendo que en cualqiuer momento sucedería algo que por métodos no ortodoxos sabía.
Por fin llegaron a su casa, ella esperaba algo más en ese momento. Algo como una señal que pudiese esparar. En realidad no era feo el lentudo, sólo que en esta narración no hemos realzado sus atributos. Pero que con un poco de tiempo y pasar un rato junto a él te darías cuenta de que no estaba tan mal como pudiésemos pensar. Sencillamente fue ella quien tomó la iniciativa y se acercó a él mostrándole un lado que ella desconocía hasta de si misma, fue tierna. Le miró a los ojos que el intentaba no mirar para no hacer lo que sabía que haría y que al final de todo hizo. La besó lo mejor (o lo que él creyó que fue lo mejor) que pudo. Y después de eso sólo caminaron hasta la puerta de la casa de Miranda.