6/29/2005

Muriendo

Mi abuela solía decir que en su pueblo las noches de luna llena de cada año en el mes de octubre solía aparecerse una enorme mariposa negra. El pueblo era chico y todas las personas se conocían entre ellas. Era normal que cada vez que el fenómeno de la mariposa sucedía, al día siguiente el pueblo entero se enteraba dónde había aparcado ese año la mariposa, porque generalmente moría alguien de la casa donde aparecía.
También había escuchado algo así de mi otra abuela por parte de mi papá que no frecuentaba mucho por las relaciones que mi mamá tenía con mi papá: se habían divorciado cuando tenía siete años. Contaba mi abuela que una vez mientras vivían en Puebla y era pequeña, tendría unos ocho años, una mariposa negra llegó de repente a la casa y se metió al cuarto de su padre que era general del ejército y que había peleado en la Revolución. Cuando vieron a la mariposa, la mamá de mi abuela y algunas criadas intentaron sacarla porque según decían que donde llegaba una de esas mariposas alguien iba a morirse. Al final, no pudieron sacarla y pocos días después una de las muchachas que hacían de comer murió de fiebre y bochornos.
Así crecí entre las ideas de mis dos abuelas y la dichosa mariposa. Realmente no creía mucho en eso, pensaba que eran cuentos para asustarme cuando era pequeño. Sinceramente así lo pensé durante mucho mucho tiempo.
Sucede que tengo una amiga que es más que amiga. Se llama Viviana y antenoche caminaba por la calle después de haberla dejado en su casa. Recordé algo que tenía que darle, era una tarea para el día siguiente y había olvidado dársela momentos antes. Regresé sobre mis pasos para entregársela. Fue entonces cuando la vía posada sobre la fachada de la puerta. La miré intentando encontrar algo en ella además de su oscuro color. Toqué el timbre esperando a que me abriera Viviana que supuse no había subido aún a su cuarto. Salió y le entregué el cuaderno de la tarea. Me despedí otra vez y me fui. Giré al oir el portazo y me sorprendió que la mariposa que momentos antes estaba en la fachada ya no estuviese.

6/24/2005

Tras la Luna (3)

Otra vez lo escuché sonar, claro y fuerte. Mi corazón vibró y mis reflejos condicionados por el sonido sencillamente buscaron la pistola en mi espalda. EL golpe se repitió tal como la vez anterior y entonces el sonido del aire entre los árboles arreció de un momento a otro. La luna se ocultó tras una nube grande y el sonido desapareció. Inmediatamente me calmé, pero no fue por mucho ya que la voz dijo mi nombre y la puerta que estaba cerrada se abrió de par en par.
Sentí que me moría en el instante de dirigir la vista al umbral vacio, porque estaba vacio. Sólo la oscuridad del bosque y el ruido del viento. Me sentí aliviado.
Me acerqué a cerrar la puerta y fue cuando la ví... grité tanto que sentía que mi corazón se rompiá; grité hasta que ya no pude más y me desmayé...
Desperté y la puerta seguía abierta, habían pasado cerca de tres horas, o eso calculaba. Busqué la imagen que había visto pero no la encontré. Pensé lo que había pasado; recordé la figura, no era tan espeluznante como hubiera creido... hasta diría que era agradable: una mujer joven de cabello negro, ojos pizpiretos y boca ancha pero bonita; era guapa en verdad toda ella. Definitivamente no era lo que podías decir una aparición, o no lo que esperas.
Me levanté, ya que todo ese tiempo aún seguía en el piso. Un escalofrio recorrió mi espalda en toda su extensión y la voz que escuché antes de mi desmayo estaba detrás mio. Me giré instintivamente al sonido y la ví "parada", porque en realidad flotaba, sonriéndome y hablándome algo que el miedo jamás me dejó entender. Comenzó a flotar a mi dirección y yo retrocedí intentando escapar de ella hasta que choqué con la pared de mi casa. Recordé el arma y la apunté hacia ella y dsiparé.
No sucedió nada. Seguía avanzando hasta casi tocarme. La tuve a un palmo de mi nariz hasta que se detuvo; me observó detenidamente y su mirada decía más que todo lo que intentaba decirme ya que mis oídos no entendían lo más mínimo de sus palabras. Me miró a los ojos y después salió por la puerta. Sabía que tenía que seguirla.
Salí así, tras de ella, caminando abiertamente en el bosque donde algunas veces lo que aullan no son perros precisamente, sin nada más que mi mirada tras ella y la luna tras de mí iluminando el camino que nos guiaba hasta lo más recóndito del lugar; la observaba "caminar" y avanzar en la espesura del sitio hasta que después de un rato de estar caminando por un torcido camino de vueltas y vueltas llegamos a una parte que jamás había visto. Frente a mí un enorme árbol que marcaba el fin de nuestra caminata. Ella se paró frente a él, y volviendo la vista hacia mí imploraba que me apresurase, o eso pensé; llegué y vi lo que esperaba.
En una rama un lazo estaba colgado y de él pendía un esqueleto completamente conservado y entero, como si la gravedad y el tiempo sólo hubiesen removido la carne y así era. Supuse que tenía que descolgarlo y así lo hice. Subí al árbol y me sorpendió que la cuerda estuviese entera sin muestras de estar podrida o débil por tantos y tantos años de estar a la intemperie. La corté como pude y el cuerpo cayó.
Cuando bajé la figura ya no estaba, había desaparecido del lugar. No traía nada con que cavar una tumba, pero empecé a razcar con las manos en la tierra hasta hacer un hoyo y metí el cuerpo. Lo sepulté y recé un ave María y un Padre Nuestro.
Regresé a la casa rápidamente sin extraviarme y caminando rectamente por entre los árboles. recé una vez más cuando estuve dentro de la casa y me dormí.
Al día siguiente fui por el padre del pueblo a que le rezara a la improvisada tumba que había hecho y pedir descanso eterno por el alma de Margarita. Jamás apareció otra vez. Algunas veces le llevaba flores y le rezaba, así hasta el día que deje de vivir en el bosque, allá por Cuernavaca, cerca de Tres marías.

6/22/2005

Tras la Luna (2)

Podría decir que era tarde, pero en realidad no era lo bastante como cualquiera pesnaría cuando se describe una noche así en medio del bosque. No, en verdad no lo era. Lo que sucede es que por alguna razón mientras vives en lugares despoblados, el tiempo avanza más lentametne, sin presiones y por tal el tiempo se te hace largo y pesado. Eso me sucedía muy a menudo y el sueño me vencía por igual de ocasiones.
Como decía, no era tarde, pero el sol ya tenía un rato oculto y como decía la luna brillaba demasiado. El sonido de la puerta me volvió a inquetar más cuando se escuchó por tercera ocasión y una voz que no conocía me llamó por mi nombre. Casi me surro en los pantalones del miedo que sentía. Apreté el arma y pregunté quien era con la voz temblando al igual que todo yo. No repondieron. El sonido cesó de pronto y todo estaba como antes. Fue demasiado raro lo que pasó y el miedo que sentía no me bajaba con nada. Saqué una garrafita de tequila que el patrón me dió una vez en una navidad y que ya tenía mucho tiempo y que le daba unos sorbitos de vez en cuando. Estaba a más de la mitad y del susto me la terminé en dos tragos. Me quedé dormido sin dar mi última ronda.
Al día siguiente, me acuerdo que fui a Huitzilac a comprar algo para la semana; compré cecina y chorizo verde que me hice en la tarde; en el pueblo comentaban lo de la noche anterior que yo no les había contado, pero que a varias personas les había sucedido algo semejante. Me sentí raro escuchando mi historia en boca de otro. Oí que lo que sucedúia es que hacía mucho tiempo una mujer llamada Margarita la había matado el esposo por cornudo y la había ahorcado en el bosque donde no se escucharon sus gritos y la dejó ahí colgando de un árbol muriéndose. Por eso, cada noche del cinco de octubre Margarita bajaba del árbol donde estaba colgada, porque según dicen nadie la había encontrado y estaba colgada aún, y tocaba a las puertas de personas solitarias diciénoles sus nombres y si estos abrían morían al ver a la colgada.
Yo nunca creí en esos cuentos, pero el suceso de la noche anterior aún me tenía demasiado privado de mi cordura. Total, don Lencho el de la cantina, me inivtó a tomar unas cubas y se me olvidó mi temor otra vez hasta que llegué a la casa.
Otra vez de noche, la luna brillaba más de lo normal y las estrellas alumbraban el bosque. Estaab sentado pensando en lo que había oido en el pueblo, porque en esos lugares no sirven las televisiones si no tenían parabolica o antena de alta potencia, el radio algunas veces captaba señal y si no era escuhar discos; por eso pensaba en lo que había oido cuando tocaron la puerta.

6/18/2005

Anécdota: Los polis y yo.

Mi relación con la policía no ha sido nunca demasiada buena, no lo digo porque haya estado en serios problemas o algo así; sino que por lo mismo de las insignificancias de estas cosas no han sido muy provechosas para ambas partes, sino que al contrario me toca la de perder.
Una de la principales sucedió una vez que regresábamos de tomar unas cervezas del Julio's allá por el rumbo de Cuitlahuac, a un lado de la UNITEC. Ya habíamos pasado un ratote allá y como ya no había dinero y Mayela tenía que irse temprano y Emilio pues no andaba muy dsipuesto por que acababa de terminar con Mayela también decidió irse. Por ese tiempo la líena 5 del metro sólo funcionaba hasta las 9 debido a que la estaban arreglando. Así que aunque lo más seguro es que los dos no quisieran irse juntos, los tres nos subimos al camión que nos deja en el metro Deportivo Oceanía y que se avienta todo Mariano Escobedo-Cuitlahuac-Norte 101; eran como las 8 y pues ellos tenían la presión de llegar a la línea 5 antes que la cerraran. Así pues pasó el camino; ellos dos junto hablando no sé qué y yo por otro lado medio ebrio sentado con una ganas tremendas de hacer del baño.
Llegamos a la terminal y bajamos del micro y entonces le digo a Emilio que me andaba miando y como al lado del metro hay un pequeño parque pues decidí ir a vaciar las ganas. Estaba en eso cuando veo que a lo lejos se acercan dos tipos y atrás de ellos otros dos; yo ya había acabado y ya me iba cuando veo que uno de los tipos que venían atras de los primeros me empieza a hablar: un policía. Comenzó a decirme que estaba cometiendo faltas a la moral y que tenían que llevarme a la delegación; le contesté que pues entendiera que tenía muchas ganas y que no me podía aguantar; así estuvimos hasta que salimos del parquecito y Emilio se dio cuenta de esto y se acercó. El poli le dijo lo que pasaba y pues quería una mordida para dejarme ir: cincuenta varos. Así Emilio y yo comenzamos a decir que no traíamos, el poli andae necio y hasta le dijo que le pidiéramos a la chica que iba con nosotros. Total que no le dimos nada y me dejo ir. Esa fue una.
Otra mala anécdota que tengo con los "tiras" fue cuando iba a dejar mercancía a casa de Violeta (mi "prima") en el coche. Era un sábado y pues mi madre se quedó en el trabajo; Brisa, mi hermana, iba a ir a una parte y me dijo que si la podía dejar en el metro así que dije que sí. Por cosas que suceden, no pude dejarla en el metro de la casa y terminé dejándola en el metro Impulsora, así que me tuve que ir en el carril de baja velocidad con carga. Para mi mala suerte una patrulla iba a dos carriles de mí y un micro me cubría, pero éste se adelantó y los polis me vieron con la carga. Yo aceleré pero me tocaron sirena y me hicieron parar. Era la primera vez que me pasaba algo así. Comenzaron a decirme que que era lo que traía y que si tenía las notas, les decía que lo acababa de comprar y que se me habían olvidado las notas, así que querían incautarme el coche y dejarlo en el corralón; el principal motivo: no traía licencia. Después de "negociar" con ellos, dejaron que fuera a dejar la carga, pero me quitaron la tarjeta de circulación y mi celular hasta que les diera 600 varos. Total, terminé pagándolos y me regresaron las cosas.
La última de estas situaciones sucedió ayer; igual que la anterior llevaba carga, pero traía la camioneta. Sucede que iba a echar gasolina y para entrar a la gasolinería hay que dar vuelta en un retorno; me orille a mi carril y puse mi dereccional. Todo iba bien hasta que al dar la vuelta por alguna razón me abrí al darla (de hecho fue porque para pasar necesitaba agarrar la vuelta un poco más abierta para entrar en medio de unos postes) y un coche que iba en segundo carril del retorno se encagnchó con la defensa de la camioneta y madreó el frente del coche. Me paré y el tipo del otro coche se paró y pues ya nos encaramos y le dije que como daba la vuelta él me dijo que porque me abría y así. Hasta que nos calmamos un poco y pues me dijo que era policía. Yo lo sabía desde que lo ví vajar: chaleco negro, pantalón negro y camisa girs, alto mal encarado y panzón: señas inequívocas de un judicial. Ya comenzamos a platicar "tranquilamente" y pues resultó ser buen cuate. Ya hablamos sobre el golpe y la noche que había tenido y demás. Quería quinientos pesos por el golpe y pues si de mí hubiera dependido en ese momento dárselos con mucho gusto lo hubiera hecho, pero no los traía. Le ofrecí los dsciman de mi herman ay los cien pesos que le iba a echar a la camioneta de gasolina pero no lo quiso. En eso que ve la carga y me dije "ya valió madres", pero no. El poli muy buena onda y todo me preguntó que traía y que si no había alguien que me pudiera hacer el paro. Le dije que llevaba calcetín y que iba a dejarlo a casa de mi tía. Le hablé a Viole para decirle lo que había pasado y me dijo que si lo llevaba hasta allá. Dejamos el cohce del poli en una hojalatería para que lo arreglaran y ya en el camino en la camioneta nos fuimos platicando bien a gusto y todo. Sin duda ambos nos caímos bien.
Llegamos a la casa de Viole y bajé los bultos, me dió el dinero y se lo dí además de una docena de calcetín, ya regresamos donde dejó el coche y me dió su teléfono para cualquier cosa que necesitara; además del golpe, ésta no estuvo tan mal.

6/16/2005

Tras la Luna (1)

Esa noche estaba perfecta como las últimas que había vivido desde hacía años en Cuernavaca, el clima era frío como lo es por la zona alta del estado; vivía en un pequeña casa cerca de Huitzilac y de Tres Marías. Vivía cuidando una casa más grande de la que jamás sabía gran cosa de los dueños salvo pequeñas veces que iban a pasar unos días. Iban en compañía de toda la familia, por lo que acostumbraban quedarse hasta dos semanas en ella. Mi casa estaba alejada de la principal para así no incomodar a los dueños cuando iban, pero acostumbraba dar dos o tres vueltas a la casa cuando estos no estaban y siempre entraba y revisaba todos los lugares de la misma con la intención de encontrar a alguien en ella para sorprenderlo, pero jamás pasaba algo así, siempre estaba todo en orden.
Como decía, esa noche era muy hermosa como todas; el cielo se pintaba con pequeños puntos blancos, azules y violetas y la luna iluminaba mucho el bosque que se cernía alrededor de mi casita. Yo estaba en ella esperando a que el sueño no me ganara para dar mi última ronda de vigilancia a la casa principal y mientras veía el fuego en la chimenea: observaba la madera crujir en el fuego y como las llamas amenazaban con salir de la chimenea pero que jamás daban un paso fuera de ella. Las sombras que proyectaban eran muy largas y bailoteaban al compás que las llamas marcaban tras de mí. La luna se filtraba por entre los árboles y las estrellas se cernían sobre el bosque dándole un toque extraordinario; como de cuento o de película. Estaba en eso cuando escuché un ruido. Era un ruido seco de pisadas y el crujir de las hojas secas que siempre hay en esa región por los bosques perennes, el ruido era cosntante y cada vez se oía más cerca de mi puerta. Me levanté y lo primero que hice fue tomar la pistola que estaba en la repisa de la chimenea y que solía llevar conmigo a todos lados; seguia escuchando las pisadas y de pronto un fuerte toquido en mi puerta que me llenó la cabeza de imágenes y el corazón de apremio; los nervios que sentían eran increíblemente extremos. El toquido otra vez.

6/12/2005

Anécdota: Las bigotonas

Acabábamos de pasar a tercer cuatrimestre de la carrera; era exáctamente el primer día y pues como siempre, entre ver que había entrado y que era lo nuevo del curso se pasaron las cuatro horas de escuela.
Por ese tiempo aún estábamos de 11 a 3 y no había gran relación con el grupo de Diseño, no aún; excepto por la NO-Relación Katy-Jorge y por Diana y Ana a las que les hablábamos. Ya había pasado la primera vez lo mio con Ana.
Resulta que era el primer día como decía, habías sido fusionados con el grupo sobreviviente de sistemas y pues de inmediato hubo recelos por ambos grupos por querer conservar su autenticidad y pues el ambiente era un poco tenso. Ya por ese tiempo, sólo quedábamos Jorge, Cosme, Emilio y yo; y en una de esas, Jorge comenzó a decir que quería una cerveza. Lo primero que hice fue mentarle la madre diciéndole que era le primer día, que no mamara. Cosme le siguió la corriente, pero de ahí no pasó la cosa.
Salimos de la escuela y los tres nos íbamos, cuando un grupo de 4 ó 5 chicas salieron delante de nosotros. Lógicamente las vimos y como iban hacía el metro pues caminamos atrás de ellas. Cosme que siempre se iba del otro lado, ya que le quedaba más cerca y rápido para irse a su casa que en metro, nos acompañó.
Llegamos al metro tranquilamente y las chavas seguían adelante de nosotros y pues entre seguirlas y verlas nos fuimos casi atrás de ellas. Ya en Tacubaya, Jorge y Emilio se iban por la línea café, porque era más rápida; pero las chavas estas se fueron por la rosa, así que me "acompañaron" por la línea. Nos metimos en el mismo vagón que ellas y ya era lógico que ellas nos habían visto que las seguíamos, así que volteaban a vernos no queriendo la cosa y nosotros a mantenerles la mirada. El metro llegó a Insurgentes y las chavas se bajaron ahí. Ni tardos ni peresosos bajamos también y caminamos tras de ellas hasta la salida y la glorieta se vió frente a nosotros deslumbrante por el sol de la tarde.
De ahí inmediatamente Jorge dijo que fuéramos por una cerveza, ya que ahí estaba la "cantinita". Un lugar que en primero "accidentalmente" encontramos y que solíamos ir a chupar un rato cuando podíamos o queríasmo, o como esta vez, para apantallar que no estábamos siguiendo a las chicas. Caminamos ya normalmente al lugar y entramos luego de hacerles dudar, diciéndoles que era el primer día. Ni pedo, entramos y ya nos quedamos ahí.
Pedimos una cubeta, y para sopresa nuestra las chavas a las que habíamos seguido entraron. Se sentaron en una mesa un poco alejada d enosotros, pero las miradas ya eran más intensas. Así, ambas mesas comenzamos a tomar.
Cuando Jorge empezó con las relaciones sociales (siempre ha sido el sociable borracho) ya era tarde, un grupo de weyes ya les habían empezado a hablar y se habían ido a su mesa. Así que ni modo seguimos chupando. En medio del dsbarajuste, Cosme Jorge y yo cantamos "Así Fue" de la Arrolladora Banda el Limón mientras Emilio nos grababa en el celular. Ya andábamos medio pedos.
Al poco rato, otro grupito de chavas entró y con ellas un señor que conocíamos de veces pasadas y que saludó a Jorge y a Cosme. Ellas pidieron y él se sentó con ellas, comenzaron a beber también y al poco rato pasado se comenzó a besar con una chava.
emilio para sorpresa de Jorge y Cosme fue el que empexó el conecte, esto por que esos dos weyes diejron que era puto y no les hablaba Le pidió un cigarro a la chava más bonita y ya de ahí Jorge les dijo que si nos podíamos pasar a su mesa; mientras el señor seguía "caldeándose" a la chamaca. Ya así, cada quien se fue con una, excepto yo que quedé como el perro de las dos tortas. Emilio se fue con la más buena y bonita que decía que tenía novio y demás, pero eso no importaba para que Emilio le diese sus buenos agarrones de pierna. Cosme se jaló con una que pues estaba fea, pero que buenas piernas tenía y lo mismo que Emilio. Jorge se quedó con la última, una chica fea en verdad y que se le alcanzaban a ver un par de pelillos en el bigote, pero Jorge pedo ya ni le interesó eso.
Rato después, el Señor se fue dejando a la chava sola, ahí me apliqué yo y empecé a abrazarla y hacerle maña. Así estuvimos un ratote. Fueron ellas las que decidieron irse por que según tenían que ir a la escuela, allá en la voca de ciudadela. Les dijimos que las acompañábamos y pues pagamos y nos fuimos con ellas.
En el metro yo comencé a agarrarle a la chica que me tocó las nalgas y la cintura, a veces subiendo hasta su pecho que ella decía que no, pero no me bajaba la mano. Así fue el transcurso hasta Balderas y bajamos, yo seguía en lo mió agarrando a esta chica cuando siento un madrazo; era la "vieja" del Jorge, la Bigotona diciéndome que no me pasara de lanza, que andaban bien pedas pero que no era para eso, Jorge le dijo que ella sabía lo que hacía y ella se enojó más así que optó por seguirle la corriente a ella y empezar a cagarme. Llegamos la entrada de la Voca, nos despedimos de todas. La Bigotes estaba que se la llevaba la chingada de enojada y me mentaba la madre cada vez que podía hasta que se metió a la escuela; sua amiga, la que traía yo, terminó besándose con el Emilio que ya había hecho lo propio con la otra. Todas se metieron.
Caminamos otra vez al metro, cagándonos de risa de lo que había pasado. El Cosme que les había pedido su teléfono en la cantina, les llamó una vez para ir a una fiesta, pero los teléfonso que dieron no eran y la que contestó no supe que le dijo a Cosme. De ahí, sólo nos reíamos de Jorge y la Bigotona.

6/10/2005

Desaparición (4)

Lejos de escuchar la pregunta, Marisol entendió que Luisa sabía algo que ella no. Algo pasaba, que de inmediato hizo que preguntara eso. Así demostraba y confirmaba la preocupación que sentía porque Jorge no aparecia.
Se veía desvelada, pero con eso, la preocupación salía en cada uno de sus poros agravando su estado. De pronto comenzó a llorar, preocupada por su único hermano y sobreviviente de aquel accidente que hacía muchos años se llevó a sus padres. Preocupada y sobresaltada, se acercó Marisol a ella y la consoló al tiempo que comenzaban a salir lágrimas de sus ojos comprendiendo que Jorge había hecho algo.
Luisa se durmió en sus brazos, pasados algunos minutos. Marisol se decidió a llamar a la policía para comenzar la búsqueda de su novio. Se oyó algo lejos, un mariachi llegaba cantando una canción. Recordó el día, cumpleaños de Luisa y la idea de Jorge de hacerle algo.
Salió a la calle a ver lo que pasaba y en efecto vió a Jorge con el grupo musical. Comenzaron las mañanitas y Marisol solo pudo sonreir.

6/02/2005

Desaparición (3)

Ambas pasaron a la casa. Luisa le ofreció algo de tomar a Marisol mientras esta se sentaba en el sillón de la sala que le quedaba más próximo; aceptó un café mientras ambas esperaban a Jorge. Bastante ilógico el esperar a alguien que no sabes dónde está y menos que desaparece en su casa, pero no tenían niguna otra opción, o por el momento no se les ocurría otra; como llamar al celular de él y localizarlo.
Luisa estaba un poco paranóica a comparación de Marisol a la que se vió obligada a seguirle la corriente un poco. Marisol por su parte seguía con la idea de que su novio había saldo por algo y no tradaría en regresar. A las seis de la mañana es un poco dificil encontrar algún lugar abierto, por lo que la idea de Marisol era también un poco ilusa, pero quería pensar eso. La idea de la pelea de ayer le atormentaba.
Regresó Luisa con una taza de café y se sentó junto a ella. Estuvieron un rato en silencio, hasta que la hermana preguntó algo que Marisol no entendió y no respondió, seguía en sus pensamientos recordando la pelea de ayer. No le había prestado demasiada atención hasta ese momento, ayer todo parecía normal, una de esas peleas que salen y se van como si nada. El motvio fue una tonta idea de él sobre morir; le dijo sus impresiones sobre eso y ella le respondió que lo que pensaba, disgregaban mucho así que comenzaron a pelear, una pelea intelectual de conceptos sui generis sobre la muerte. De pronto él habló de morir de forma tan personal que la espantó. Fue ahí el meollo del asunto, ella se molestó en verdad y discutieron sobre lo que él decía y... de pronto se acabó. Estaban besándose como siempre sin recordar nada de lo que acababan de hablar. El resto del día no se tocó nada del asunto y ambos al parecer lo olvidaron.
Luisa preguntó de nuevo a Marisol, "¿Nunca te habló de morir?"

6/01/2005

Desaparición (2)

Mariana esperaba en su carro a que Jorge saliera para irse juntos a la universidad. Llevaban ya poco más de un año saliendo y como le quedaba de paso a ella la casa de él no le quitaba mucho pasar.
Todas las mañanas llegaba fuera de casa de Jorge y Luisa esperando que al primero toquido del claxón de ella, él saliera para irse a su destino. Ese día no era en lo más mínimo diferente de los anteriores; llegó temprano y tocó. Aprovechó un poco a maquillarse los ojos que no había tenido tiempo de terminar en su casa, sacó el labial y se repasó el mismo por los labios. Terminó y vio que Jorge no salía de la casa, volvió a tocar una vez más y esperó otro poco. Nada.
Vió que la puerta de la casa se abría. Pensando que era su novio, echó a andar el coche y avanzó poco para situarse más cerca de la entrada. De ella salió Luisa, aun vestida sin vestir; o sea con una bata de baño que se había sobrepuesto para salir. Se acercó a el coche y le mencionó que Jorge no estaba.
Marisol bajo la ventanilla para escuchar lo que Luisa decía sobre la desaparición de Jorge. "¿Desaparición, no es un poco extremo?" le preguntó Marisol a su cuñada; sabía de antemano que era un poco exagerada en las cosas y decir desaparición cuando no encuentras a una persona que vive y desvive contigo, como el caso de Jorge y Luisa era exagerado desde su punto de vista.
"Debe haber salido a algún lado", pensó la novia del<>. "No ha de tardar en volver"complementó el pensamiento. Luisa le preguntó si no sabía nada de él a lo que contestó ella que no. Le dijo Marisol si podía pasar a esperarlo dentro, a lo que la otra contestó que sí. Así empezó la espera por Jorge